viernes, 28 de octubre de 2016


FALTAN TRES DÍAS PARA BUSCAR UN ALEPH

 - Capítulo IV -


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(Cierto cuento se desliza por las suelas de los que andan por Buenos Aires. 
Inicia con una cifra: "Hamlet, II, 2",
Se desparrama por una calle. 257. 
Y se estira por la bisectriz de ella misma, mucho más allá de San Telmo. 4321.
II, 2, 257, 4321. 

Dos. Habrá dos días para encontrar un aleph)








CAPÍTULO IV 

Se llamaba, se sigue llamando, Mercedes; sencilla, de ojos almendra, linda de toda lindura. Por eso mismo tardé cinco meses en hablarle. Nunca me destaqué por mi habilidad para acercarme a una desconocida cuando tengo que ocultar que la deseo. No había imaginado que vivía en Pompeya. 

Una tarde la seguí. Eran semanas y semanas de cruzarnos con frecuencia en el ascensor del edificio en el que ambos trabajábamos. Nunca había dado con la palabra-llave, por lo que jamás me había escuchado la voz. Pero al fin encontré una coartada, supe de una chica que ella también conocía. 

Por eso aquel día subí a su mismo colectivo sin conocer hacia dónde nos dirigíamos. Había demasiado poca gente como para sentarme cerca de ella con gesto casual. Postergué el diálogo, pero cuando se paró y caminó hacia la puerta de descenso, me levanté sin dudarlo. No soporté la idea de quedarme allí arriba sin decirle nada. 

Bajé con ella. Caminamos unos metros y por fin dije "hola". Y creo que me hubiese quedado sin palabras de no ser porque se sobresaltó. Entonces tuve qué decirle. Que no, que no era un asaltante, que la conocía de lejos, desde hace meses. "¿Vos sos amiga de Marcela, verdad?". Jugué mi carta atropellado. Me dijo que sí y creo que mi susto le hizo perder el suyo. Hablamos unos metros más. Entonces le pregunté cómo se llamaba. Yo ya lo sabía, pero era un modo de acercarme. Pero no, no lo fue. Me respondió seco: "no, ¿para qué?". Me detuve. Disculpame, tengo que entrar me dijo. Y se metió en la casa. En la vereda de enfrente había un largo paredón. Jamás había estado por allí. Turbado por su respuesta (cinco meses para esto...), atiné a preguntar a un señor que pasaba el nombre de aquella calle descampada. 

Hacer resonar "Isidro Lorea". No "Mercedes"; no me da ganas de ella. En cambio, ese nombre de cuchillero... 

Tomé el mapa de San Telmo. Recién entonces caí en la cuenta de lo que tenía pendiente: ¿qué quiere decir "hacer resonar un nombre"?.

Guillermo Cabado

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